sábado, 15 de noviembre de 2008

FORTALECIMIENTO COGNITIVO - TECNOCIENTIFICAS


El conocimiento se ha convertido en el motor principal del cambio de las sociedades y las economías en las últimas décadas. La ciencia y la tecnología son reconocidas actualmente, con mayor claridad que en otros momentos históricos, como factores decisivos para la transformación económica y social, no sólo en los países de economía industrial avanzada, en los cuales se pone de manifiesto el surgimiento de una nueva economía y una nueva sociedad del conocimiento, sino también en los países de menor desarrollo relativo, que deben afrontar las consecuencias de tales transformaciones y adquirir la capacidad de aprovechar las oportunidades que la nueva configuración les ofrezca.

De la mano de la mayor relevancia del conocimiento como fuerza de producción, los propios modos de creación del saber atraviesan transformaciones. En efecto, la producción de conocimiento tiende a desarrollarse en el marco de nuevas formas de organización, más flexibles y dinámicas. Surgen así nuevas configuraciones, en las que participan ya no sólo científicos y académicos, sino también aquellos que mediante la aplicación de los conocimientos buscan soluciones a problemas específicos. Junto con ello, la internacionalización de la ciencia, potenciada por la aplicación a gran escala de las tecnologías de la información y la comunicación, constituyen el marco general en el que han nacido y se han desarrollado las redes de conocimiento.

El trabajo en red es el resultado de la adopción de formas flexibles y participativas de organización, implementadas a la hora de crear y aplicar los conocimientos a la solución de problemas. En efecto, las redes de conocimiento son las configuraciones en las que se conjugan muchas de las características mencionadas: en ellas, actores de diversas procedencias se relacionan a fin de abordar problemas concretos y proponer soluciones, poniendo en juego para ello sus capacidades y buscando, por este medio, complementarlas.

Las redes son una nueva versión semejante al acto colectivo de comunicarse y transmitir vivencias, conocimientos, certezas e ignorancias, que en definitiva fertilizan nuevas experiencias que mostrará el camino hacia nuevas formas de interacción; de la tradición oral a la escritura, de la escritura a la reproducción seriada de la imprenta y, de ésta, a las nuevas formas de los multimedios y de las redes infinitas que prosperan en Internet. Una y otra vez el mismo intento de lograr un mundo mejor y más sustentable.

En los primeros años de su creación, las redes temáticas cumplían un papel para satisfacer necesidades básicas de comunicación, incluso cuando Internet no existía o no tenía el valor que tiene actualmente. Hoy, este mecanismo incorporado a la vida diaria de los científicos y de la comunidad en general constituye una herramienta fundamental para el trabajo, tanto a nivel nacional, regional como global.

Las redes de conocimiento pueden ser abordadas a partir de distintas preguntas generales de investigación y también a partir de enfoques y concepciones diversas. Así, por ejemplo, las preocupaciones principales podrían estar centradas en su morfología, en su génesis y dinámica, o en la naturaleza de los flujos de conocimiento que tienen lugar en el contexto de la red. Pueden identificarse enfoques tan radicalmente distintos como el análisis formal de redes, las teorías del actor-red de corte evolucionista, o las teorías de la coordinación social y la gobernanza (governance) enmarcadas en el nuevo institucionalismo. Por otra parte, las redes pueden ser concebidas como un contexto de aprendizaje, como un sistema de comunicación, o como un medio de integración.

Las redes operan en el contexto de altos niveles de incertidumbre respecto a sus procedimientos, pero también con relación a sus resultados, ya que tanto las reglas de interacción como la delimitación de los objetivos de la red, la definición de los problemas y la manera de resolverlos, se construyen colectiva y autónomamente por los participantes. Para construir y alcanzar metas comunes, las redes dependen de la comunicación y el flujo de información, e implican una tensión entre la cooperación y el conflicto derivados de intereses, recursos y necesidades diversas. Es por todo ello que las redes se rigen por la lógica de la negociación y la racionalidad deliberativa, de donde resulta central la autoridad de los expertos.

La heterogeneidad de los actores en las redes de conocimiento hace de la función de traducción un recurso principal. Ha sido ampliamente documentado cómo las universidades han creado unidades organizativas fuera de las estructuras tradicionales para facilitar la comunicación y la colaboración con las empresas, como son los departamentos de vinculación o los más o menos exitosos consejos externos con una importante presencia empresarial; también se ha hablado de las divergencias sobre la propia noción de conocimiento que existe en las instituciones académicas y las empresas. Estas diferencias cognitivas ocurren también con relación a la noción de innovación, la que para el mundo de las empresas y algunos organismos internacionales consiste en un paquete de actividades científicas, tecnológicas, financieras y comerciales, es decir, las innovaciones científicas sólo son concebibles como innovaciones cuando son introducidas en el mercado. Es por ello que un criterio central para premiar la innovación es su colocación en el rango más alto de utilidades de operación. Por el contrario, en las instituciones académicas son las ideas y la originalidad las que suelen calificar como innovaciones.

La revolución tecnológica en curso caracterizada por un rol clave del conocimiento ha venido promoviendo -en especial en los países desarrollados- cambios significativos en la organización de la producción y de la sociedad. Las evidencias de que (i) la máxima capacidad de procesamiento de un microchip a un precio dado se ha venido duplicando cada dieciocho meses en las últimas décadas (Ley de Moore), (ii) el ancho de banda del sistema de comunicación se duplica cada doce meses (Ley de Gilder) y de que el valor de un network es proporcional al cuadrado del número de nodos que se establecen (Ley de Metcalfe) son algunas de las expresiones de ese cambio. Estas transformaciones han aumentado significativamente la velocidad de procesamiento, almacenamiento y transporte de la información, al mismo tiempo que han posibilitado la introducción generalizada de la informática en el sistema productivo y en la sociedad, aceleraron el fenómeno de globalización y regionalismo abierto, aumentaron las incertidumbres estratégicas y dieron lugar a una nueva concepción de competitividad en la que los términos ‘local’ y ‘global’ no son antagónicos. Asimismo, el crítico aumento de las interfases entre el sistema educativo y el sistema productivo y la emergencia del fenómeno de la triple y del modelo no lineal de innovación en contraposición al modelo lineal -tanto de oferta como de demanda- han sido otras manifestaciones de estos cambios.

A su vez, la tecnología es concebida como un complejo proceso de generación, circulación y apropiación de conocimientos no sólo codificados sino también tácitos, que va mucho más allá de la incorporación de máquinas al sistema productivo. Este conocimiento, que adopta una doble naturaleza, se valoriza cuando se transforma a partir de procesos de aprendizajes formales e informales que desarrollan los agentes económicos en su práctica e interacción productiva. Comienza a existir un creciente acuerdo acerca de que la innovación no constituye un fenómeno individual de firmas u organizaciones y crecientemente se enfatiza en el carácter multidireccional del proceso de aprendizaje, cada vez más contextual y transdisciplinario con una fuerte interacción y complementariedad de los componentes tácitos y codificados.

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