
A través del tiempo, la tecnología no solo evolucionó en cuestiones técnicas, sino también en la interfaz y amigabilidad con el hombre. Los programas de computadoras son más fáciles de utilizar y son más intuitivos que antaño. Las microcomputadoras, obtuvieron recursos que simplifican su uso y facilitan la instalación de accesorios, como las impresoras, sin la necesidad para llamar a terceros expertos.
El último argumento usado por las pymes para evitar el uso de la tecnología en su negocio es el costo. Con pocos recursos y sin la necesidad de altas inversiones, la tecnología siempre era considerada un “costo innecesario”. Pero cuando los recursos de la informática están bien aplicados, reducen costos y hacen a su compañía más eficiente y productiva.
Las herramientas informáticas están al alcance de todas las compañías, cualquiera sea su tamaño. No utilizarlas puede significar perder la ocasión de crecer. Adoptarlas de forma adecuada puede revalorizar su inversión y mejorar los resultados de su negocio.
La difusión del uso de herramientas tecnológicas y de Internet aumentó el riesgo de ataques externos. Los virus y los códigos maliciosos, pueden capturar por ejemplo, contraseñas bancarias. Procedimientos de seguridad simples pueden ayudar a minimizar los riesgos. Los programas antivirus solucionan las principales plagas, pero se sabe que la principal amenaza de seguridad no viene de afuera, sino de adentro de la propia empresa. Los análisis demuestran que el 80% de los ataques y de tentativa de invasiones viene de empleados o ex-empleados de la propia compañía. Si se entrena a los empleados, para utilizar la tecnología de forma adecuada y existen procesos definidos de seguridad, los riesgos de ataques son minimizados. De lo contrario, sería como comprarse un auto blindado y conducirlo con la ventanilla abierta.
Mito de la libertad de expresión y la participación igualitaria de todos. El hecho de no existir referencia física alivia las limitaciones personales y sociales mejorando así, la comunicación; más no se debe confundir, el tener información con tener conocimiento.
La sustitución del profesor. Los maestros no serán reemplazados por las tecnologías por muy potentes y sofisticadas que sean, lo que si ocurrirá es que se tendrá que cambiar los roles y actividades que actualmente son desempeñadas.
Mito de las tecnologías como manipuladoras de la actividad mental. La influencia de las tecnologías sobre las actitudes de las personas para desarrollar la agresividad y la violencia. Las tecnologías, sus contenidos y sistemas simbólicos, pueden servir como elementos reforzadores de actitudes y predisposiciones, pero nunca ser determinantes directas de actitudes y conductas.
Mito del valor "per se" de las tecnologías. La significación de las tecnologías como elementos de cambio y de transformación de la institución educativa. El valor de la transformación y la significación que se alcance con ellas no dependerá de la tecnología en si misma, sino de la capacidad de relacionarla con el resto de las variables curriculares.
Cuantos más megapixels tenga mi cámara, mejor. Vemos dos cámaras, una de 7 Megapixels, y una de 8. Automáticamente, pensamos que la de 8 debe ser mejor, ya que tiene más Megapixels, que parece haberse convertido en una medida de calidad: "Mi cámara tiene muchos megapíxels" parece querer decir "mi cámara es muy buena".
Sin embargo, la gente sigue confundiendo resolución con definición. Uno puede tener más megapíxels en una imagen, pero si dicha imagen no es nítida, tendremos una imagen borrosa de muchos megapíxels. De igual manera, si la cámara no gestiona bien la luz entrante por el objetivo, o si se hace un lío cuando la imagen es en movimiento, el disponer de una mayor resolución no nos sirve de nada.
La calidad de una cámara depende de muchos factores, y uno de ellos es la resolución, aunque no el más importante. Hay que recordar que para la inmensa mayoría de fotos que hacemos y que acabamos revelando a 10x15 brillo, 4 Megapíxels son más que suficientes.
Los ladrones telefónicos. Este rumor sigue propagándose con facilidad por Internet: alguien nos llama y nos pide que para comprobar la línea telefónica, pulsemos unos dígitos. A partir de este momento, pueden cargar todas las llamadas a nuestro número.
Por descontado, esto es falso, y la única manera que tiene alguien de aprovecharse de nuestra línea es de una manera mucho más primitiva: puenteando los cables que van desde la caja de cables de nuestro edificio hasta nuestro piso. Otra manera menos común es intentar configurar un teléfono inalámbrico para que funcione con la misma frecuencia que el que tengamos en casa (si tenemos) y así poder descolgar y llamar desde una casa contigua con nuestro teléfono.
En todo caso, hay que ir con cuidado, porque sí que podemos llevarnos ciertos disgustos con los teléfonos móviles, que con una combinación de números pueden encargar productos y servicios que, al contratarlos sin saberlo, pueden estar largo tiempo cobrándonos sin que nosotros sepamos cómo impedirlo. Si recibimos un mensaje pidiéndonos que enviemos un mensaje con una combinación de números o letras determinada, desconfiemos.
El móvil explosivo. Curiosamente, este es uno de los mitos que más hondo ha calado en la sociedad, dado que ante el miedo generalizado que causó uno de estos falsos rumores difundido por Internet y tomado por cierto por algunos medios de comunicación presuntamente serios, hizo que el gobierno tomara cartas en el asunto y prohibiera su uso sin ni siquiera realizar un estudio sobre su peligrosidad real.
Lo cierto, según se ha descubierto en estudios realizados por varias universidades estadounidenses, es que la relación causa-efecto del móvil con pequeños fogonazos en gasolineras no se debía al móvil en sí, sino a la manera de utilizarlo de algunos usuarios.
Cuando no estaba prohibido, algunas personas iban a repostar cuando oían una llamada en el móvil. Entraban rápidamente en su vehículo, y al sentarse, a veces se cargaban electrostáticamente por el roce. Al ir a coger la boca del surtidor, se producía un arco voltaico por descarga, que en situaciones muy poco comunes podía inflamar los gases que se desprendieran del surtidor. En todo caso, no provocaba incendios, sino más bien sustos. Así, si la gente hubiera ido a recoger sus gafas en vez del móvil, podríamos haber dicho que el uso de gafas podía provocar incendios en gasolineras. Inaudito.
El último argumento usado por las pymes para evitar el uso de la tecnología en su negocio es el costo. Con pocos recursos y sin la necesidad de altas inversiones, la tecnología siempre era considerada un “costo innecesario”. Pero cuando los recursos de la informática están bien aplicados, reducen costos y hacen a su compañía más eficiente y productiva.
Las herramientas informáticas están al alcance de todas las compañías, cualquiera sea su tamaño. No utilizarlas puede significar perder la ocasión de crecer. Adoptarlas de forma adecuada puede revalorizar su inversión y mejorar los resultados de su negocio.
La difusión del uso de herramientas tecnológicas y de Internet aumentó el riesgo de ataques externos. Los virus y los códigos maliciosos, pueden capturar por ejemplo, contraseñas bancarias. Procedimientos de seguridad simples pueden ayudar a minimizar los riesgos. Los programas antivirus solucionan las principales plagas, pero se sabe que la principal amenaza de seguridad no viene de afuera, sino de adentro de la propia empresa. Los análisis demuestran que el 80% de los ataques y de tentativa de invasiones viene de empleados o ex-empleados de la propia compañía. Si se entrena a los empleados, para utilizar la tecnología de forma adecuada y existen procesos definidos de seguridad, los riesgos de ataques son minimizados. De lo contrario, sería como comprarse un auto blindado y conducirlo con la ventanilla abierta.
Mito de la libertad de expresión y la participación igualitaria de todos. El hecho de no existir referencia física alivia las limitaciones personales y sociales mejorando así, la comunicación; más no se debe confundir, el tener información con tener conocimiento.
La sustitución del profesor. Los maestros no serán reemplazados por las tecnologías por muy potentes y sofisticadas que sean, lo que si ocurrirá es que se tendrá que cambiar los roles y actividades que actualmente son desempeñadas.
Mito de las tecnologías como manipuladoras de la actividad mental. La influencia de las tecnologías sobre las actitudes de las personas para desarrollar la agresividad y la violencia. Las tecnologías, sus contenidos y sistemas simbólicos, pueden servir como elementos reforzadores de actitudes y predisposiciones, pero nunca ser determinantes directas de actitudes y conductas.
Mito del valor "per se" de las tecnologías. La significación de las tecnologías como elementos de cambio y de transformación de la institución educativa. El valor de la transformación y la significación que se alcance con ellas no dependerá de la tecnología en si misma, sino de la capacidad de relacionarla con el resto de las variables curriculares.
Cuantos más megapixels tenga mi cámara, mejor. Vemos dos cámaras, una de 7 Megapixels, y una de 8. Automáticamente, pensamos que la de 8 debe ser mejor, ya que tiene más Megapixels, que parece haberse convertido en una medida de calidad: "Mi cámara tiene muchos megapíxels" parece querer decir "mi cámara es muy buena".
Sin embargo, la gente sigue confundiendo resolución con definición. Uno puede tener más megapíxels en una imagen, pero si dicha imagen no es nítida, tendremos una imagen borrosa de muchos megapíxels. De igual manera, si la cámara no gestiona bien la luz entrante por el objetivo, o si se hace un lío cuando la imagen es en movimiento, el disponer de una mayor resolución no nos sirve de nada.
La calidad de una cámara depende de muchos factores, y uno de ellos es la resolución, aunque no el más importante. Hay que recordar que para la inmensa mayoría de fotos que hacemos y que acabamos revelando a 10x15 brillo, 4 Megapíxels son más que suficientes.
Los ladrones telefónicos. Este rumor sigue propagándose con facilidad por Internet: alguien nos llama y nos pide que para comprobar la línea telefónica, pulsemos unos dígitos. A partir de este momento, pueden cargar todas las llamadas a nuestro número.
Por descontado, esto es falso, y la única manera que tiene alguien de aprovecharse de nuestra línea es de una manera mucho más primitiva: puenteando los cables que van desde la caja de cables de nuestro edificio hasta nuestro piso. Otra manera menos común es intentar configurar un teléfono inalámbrico para que funcione con la misma frecuencia que el que tengamos en casa (si tenemos) y así poder descolgar y llamar desde una casa contigua con nuestro teléfono.
En todo caso, hay que ir con cuidado, porque sí que podemos llevarnos ciertos disgustos con los teléfonos móviles, que con una combinación de números pueden encargar productos y servicios que, al contratarlos sin saberlo, pueden estar largo tiempo cobrándonos sin que nosotros sepamos cómo impedirlo. Si recibimos un mensaje pidiéndonos que enviemos un mensaje con una combinación de números o letras determinada, desconfiemos.
El móvil explosivo. Curiosamente, este es uno de los mitos que más hondo ha calado en la sociedad, dado que ante el miedo generalizado que causó uno de estos falsos rumores difundido por Internet y tomado por cierto por algunos medios de comunicación presuntamente serios, hizo que el gobierno tomara cartas en el asunto y prohibiera su uso sin ni siquiera realizar un estudio sobre su peligrosidad real.
Lo cierto, según se ha descubierto en estudios realizados por varias universidades estadounidenses, es que la relación causa-efecto del móvil con pequeños fogonazos en gasolineras no se debía al móvil en sí, sino a la manera de utilizarlo de algunos usuarios.
Cuando no estaba prohibido, algunas personas iban a repostar cuando oían una llamada en el móvil. Entraban rápidamente en su vehículo, y al sentarse, a veces se cargaban electrostáticamente por el roce. Al ir a coger la boca del surtidor, se producía un arco voltaico por descarga, que en situaciones muy poco comunes podía inflamar los gases que se desprendieran del surtidor. En todo caso, no provocaba incendios, sino más bien sustos. Así, si la gente hubiera ido a recoger sus gafas en vez del móvil, podríamos haber dicho que el uso de gafas podía provocar incendios en gasolineras. Inaudito.

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